Cathaysa. Taller Canario

La geldera en Acentejo y el engodo en Candelaria
Primero llegó la Cruz y después las espingardas
el valeroso Bentor se derriscó por Tigaiga
y callaron los berdinos y enmudecieron las chácaras
y sangraron los mocanes y se secó la cebada
y las abejas se fueron y se espantaron las cabras.
No quedó sino el coraje de una isla y una raza
y una infinita querencia:
Nacer, vivir y morir sin cadenas castellanas.

Se la llevaron los invasores
cuando venía de la montaña
con su carguita de tilo y brezo
camino abajo por la quebrada.

Se la llevaron de anochecida
a la guanchita de Taganana
y el manojito de leña seca
desbaratado quedó en Anaga.

Juguete de algún marqués
menina de alguna dama
sierva de grandes señores
en algún lugar de España
Cathaysa, la niña guanche
no verá más Taganana.

Se la llevaron los invasores
cuando venía de la montaña
y el caminito se fue cerrando
de mala yerba y de telarañas.

Un gran silencio creció en la cumbre
un aire helado bajó a la playa
así de mudo se quedó el monte
así de fría se quedó el agua.

Juguete de algún marqués
menina de alguna dama
sierva de grandes señores
en algún lugar de España
Cathaysa, la niña guanche
no verá más Taganana.